Ángeles Marco
Ensamblajes sensibles
- place1 Mira Madrid
Calle de Argumosa, 16 - 28012 Madrid - calendar_todayDel al
- linkhttps://www.1miramadrid.com
La exposición en 1 Mira Madrid recoge, en un recorrido visual, las series más significativas de la trayectoria de Ángeles Marco en una suerte de cronología. Los trabajos de la serie «Obra inicial» (1970-1973), realizados en mármol, piedra o escayola, son obras prematuras, anteriores a la adquisición de un mayor grado de experimentación, rigor e investigación conceptual, pero en las que se adivinan ciertos intereses o elementos que se repetirán incansablemente hasta el final de sus días.
De este trabajo avanzaríamos hacia la serie «Modular» que arranca en 1974 tendiendo al paradigma de las formas geométricas expresamente organizadas. Existe una forma de unidad que conservan las piezas en su conjunto a pesar de sus diferencias articuladas. El pliegue que se atisba en sus planchas de hierro se desarrollará de forma plena en las siguientes series donde abunda la idea de despliegue. Así, en la serie «Espacios ambiguos (Imagen y Ficción)» (1980-1986), a la que dedicó su tesis doctoral, explora la expansión hacia el espacio. Se trataría de sus primeros desafíos instalativos en un terreno maleable entre la imagen y la ficción. Es decir, composiciones que desbordan lo imaginado por intricarse en lo real haciendo uso de relieves monocromos en chapa metálica.
En la serie «Entre lo real y lo ilusorio» (1986-1987) advertimos una progresiva tendencia a la escenificación que, posteriormente, se transformará en ambiciosas escenografías de lo precario. En este sentido, empleó las planchas de hierro imponiéndose el metal como lenguaje propio de la artista donde cajas, mesas, carpetas, acompañados de grasa, asfalto en gravilla o cartón e imagen en fotocopia, se pronuncian como primeras inquietudes que evolucionarán seguidamente. En estos conjuntos escultóricos, Marco confronta la segunda y la tercera dimensión espacial generando esa cierta imprecisión entre los contornos de una y la otra. Así, percibimos cómo, la artista, opera sobre la ficción latente en un plano escenográfico llamado realidad.
Sin embargo, es en las series «El tránsito» y «Salto al Vacío» (1987-1989) donde un número de elementos iterativos se conforman en un vocabulario propio: trayectos, espacios transicionales, pozos, palancas, puentes, ascensores, trípodes, escaleras y rampas, compactos, plomadas o péndulos, arneses, deslizantes, plegados, túneles o portales. Al metal se sumará el caucho, el alquitrán y las lonas de nylon donde los materiales instalativos incrementan su aproximación ingenieril y arquitectónica buscando expresar los comportamientos diversos de la materia. Por ejemplo, el estudio de los arneses que empleará para colgar o dejar caer cuerpos de caucho o metal y que aun cuando parecen estar vacíos, no dejan de estar repletos de todas las posibilidades. El arnés equilibra y mide los pesos de un cuerpo que se resiste a ser vencido por la gravedad. Mientras, sus pozos parecen engullirnos hacia el abismo y sus deslizantes, aparentes toboganes, enfatizan la imposibilidad del ascenso. El mismo infortunio acaecido en sus ascensores truncados y sus puentes y trampolines que expresamente catapultan al vacío. En estas series existen metáforas que desbordan toda imaginación sobre la existencia: una es la transición como un fenómeno de proceso y acción y, la otra es el fracaso, pues algunas figuras niegan la funcionalidad del objeto. Ambas pronostican una pesadez energética de constante esfuerzo. Las series «El tránsito» y «Salto al Vacío» (1987-1989) se comprenden como narrativas espaciales, codependientes, donde se extienden las piezas como si estuvieran en escenografías imaginadas donde todo conduce a la inestabilidad del vértigo. Los objetos inducen al movimiento físico o emocional cargando de sensaciones la apariencia fría de los materiales.
En el caso de la serie «Presente / Instante» (1991-1992) presenciamos un ejercicio de autoconciencia. La serie completa dividida en una instalación, una performance filmada, estampas y fotografías ponen el foco sobre la propia identidad de la artista. Aquí Ángeles Marco performa el yo construyéndose a partir de su realidad como artista ataviada con su mono de trabajo y sus botas en un tiempo presente. «YO SOY. PRESENTE. PRESENTE INDICATIVO DEL VERBO SER». Bajo la máscara de artista solo queda la artista. La última pieza de la muestra pertenece a la serie «Suplemento al Vacío» (1996-1998). Un conjunto de obras donde comparecen la amplitud de gestos presentes en el resto de series, y que se predica desde esa perspectiva de «reciclaje» en la que la artista practicaba el montaje y desmontaje como lírica escénica. Una serie de series que mantiene esa perpetua obsesión de Marco planteada como el riesgo amenazante a descubrir el rostro del abismo.