Patricia Gómez y María Jesús González
Espejo del mundo
Calle de Argumosa, 16 - 28012 Madrid
La obra presente en esta exposición forma parte de un trabajo más amplio, comenzado en 2017, y dedicado a explorar la memoria del último Hospital Psiquiátrico de Valencia, el antiguo Hospital Padre Jofré de Bétera. El proyecto indaga en la particular historia de este centro para abordar una reflexión entorno a la figura del manicomio como espejo de la sociedad, evidenciando al mismo tiempo, su fracaso como estructura de aislamiento.
Sucios, desgastados, y algunos rotos por el paso del tiempo, los espejos del Hospital Psiquiátrico de Bétera llevaban allí colgados casi cincuenta años. Espejos pequeños, para mirase una sola persona, rectangulares y sencillos, sin bisel ni cantoneras, unos ensartados a la pared con clavos y otros fijados con cinta adhesiva. Los que todavía resistieron al abandono, se encontraban repartidos entre las habitaciones individuales y los baños comunes de todos los pabellones del antiguo hospital: el de psiquiatría infantil, el de alcohólicos, toxicómanos, infecciosos, judiciales, el hospitalillo, el teatro, el hotel, etc.
El proyecto fotográfico Espejo del mundo explora la memoria del último Hospital Psiquiátrico de Valencia, retratando sus espacios a través de los espejos que todavía quedan en sus pabellones deshabitados. El proyecto toma su título a partir de una de las expresiones creadas por los internos del hospital de Juqueri (Brasil) para designar su lugar de internamiento, las cuales, quedaron recogidas en el libro O espelho do mundo (1986), de Maria Clementina Pereira Cunha.
Fotografiar los restos de un hospital psiquiátrico a través de sus espejos nos permite, por un lado, retratar lo que vemos y lo que el espejo ve, las ruinas de la institución manicomial; y por otro, evidenciar lo que no se ve, pero sí que vieron: como si esos espejos, que ahora solo reflejan un lugar vacío y abandonado, tuvieran memoria por haber sido testigos de las vidas de que pasaron frente a ellos, de sus historias y del significado de su internamiento. Ponerse delante de esos espejos supone ocupar el lugar de los que se miraron en ellos, invitándonos a habitar su otro lado, el lugar de lo invertido, del mundo al revés, y preguntarnos, inevitablemente, qué es realidad y qué es reflejo, y en qué lado del espejo nos situamos.
El proyecto recupera un total de 114 espejos originales, registrando antes el estado actual del espacio que reflejan, para componer una obra que, mediante la confrontación de fotografía —como índice de lo que el espejo ve—, y espejos —como testigos de lo que vieron—, cuestione la concepción histórica y social de la enfermedad mental como condición simétricamente opuesta a la razón, evidenciando, no solo el fracaso del manicomio como estructura de aislamiento, sino también el de la sociedad de la que es reflejo.