Ángela de la Cruz y Guillermo Mora

El título de esta exposición no solo saca partido a la arquitectura del espacio anexo de la galería —un lugar más recogido, íntimo, que podría asemejarse a una sala de espera, donde convivimos con gente desconocida pero con la que compartimos una motivación— sino que alude al hecho de que Ángela de la Cruz (A Coruña, 1965) y Guillermo Mora (Alcalá de Henares, 1980) no se conocen pero en este espacio coinciden en aspectos formales, cromáticos y conceptuales acerca de los límites entre la pintura y la escultura.

La exposición busca ser la «mise-en-scène» de una conversación en esta sala de espera, en la que muchas veces dejamos de hablar, conservando en silencio una mirada contemplativa y perdiendo así la oportunidad de que ocurran encuentros de todo tipo. Asimismo, el diálogo entre sus obras y el título de la muestra apuntan a una anticipación —el instante antes que se levante el telón, o quizá el momento previo a una cita médica— pero también iluminan la promesa de cumplimiento de algún deseo o necesidad y su consiguiente aplazamiento temporal. Las obras invitan al espectador a permanecer en un momento suspendido y a contemplar las tensiones latentes a medida que surgen, del mismo modo que los personajes beckettianos Vladimir y Estragón luchan por escapar de la sensación de estar atrapados en un presente sin fin.